Esponsales del ojo y la voracidad
Ángel Cerviño
“Dios no interpreta el mundo literalmente; el mundo es una imagen, una analogía, una figura de dicción, y tiene un vocabulario del que Dios se ve precisado a servirse por motivos que Él conoce, a pesar de ser insuficiente para expresar su pensamiento; no debemos, pues, tomarlo al pie de la letra, sino que nosotros mismos debemos buscar la solución a los problemas que Él nos presenta.” (Robert Musil, El hombre sin atributos, II – 83)
la mano ve lo que el ojo acaricia / la mirada táctil de Bosco Caride atrapa el mundo en la exactitud del trazo / una taquigrafía demorada / si tal cosa fuera posible / en la que el pintor retiene / con un único gesto / el trabajo del viento entre las cañas / y el avance de la herrumbre en la rejilla del cercado / / geometría extramuros que sustenta una percepción hecha añicos / allí el sentido hurga en los detalles / carga todo el día con su gran cartera de escolar de suburbio / siempre en las afueras de algo / pateando piedras en los descampados de la representación / un pie a cada lado de la línea / a horcajadas sobre una cerca / deambulando en tierra de nadie / desoyendo los reclamos / / maleza de un decir que rasga la piel del canto / sangra el cuadro / y replica en clave doliente el movedizo mecanismo de la mirada / / el procedimiento fotográfico como abrevadero de la imagen / cristal resquebrajado sobre el que se proyecta una película muda que congela la espantada / / Bosco Caride lo sabe / sabe que así se hace la estupefacción pintura / pasando la mirada a través de una silenciosa colección de acertijos ceremoniales de diverso rango / partimos de la solución esperando alcanzar en algún recodo el enigma / (un dolor mendicante oficiando suplencia en la umbría de los apareamientos fugaces) / / el pintor actúa como un incendio detenido sobre la piel del mundo / vigila los índices de distanciamiento / calibra el punto justo de inflexión entre el alborozo de los remeros y el silencio de las sirenas / allí –precisamente allí- el hontanar del que brota el cuadro / / como el augur que dispone las ofrendas ante un ibis embalsamado / el pintor se mueve ante su obra con la presencia huidiza de un desertor a sueldo / se pregunta cómo indexar lo que la vida nos entrega / un puñado de minúsculas conchas / cómo abrir lugar a tanto apremio / / signos arañados en la espalda de la tarde / túnel de fricción cuando / en la última toma / la cámara enfoca a su propio monitor / bucle sin salida / hervidero de paisajes en el ojo de la calma / / ahora el universo se llama Vigo / una nave industrial injertada en una huerta / hace pocos días se llamó Lewisham / y todavía hace unos años dijimos Baltimore / pero el temor es siempre el mismo / y la brisa canta en idéntico tono / despeinando la peluca hirsuta del matorral / allí donde la urbe recoge sus orillas como quien arrastra una falda de sueños / / tormento del deseo incumplido que malmete al decir con lo nombrado / lo acariciamos en la dicción erizada del verso / lo espiramos en el aliento de la escritura que ronda nerviosa su asunto / asíndeton / meta volante en el andén / taquicardia sintáctica / pupila afiebrada / malaria temblorosa del verbo / marjal del llanto / aguacero / acqua alta / Venezia del signo / patilargo de humedal si se encharca el contenido manifiesto / / Bosco Caride va camino del estudio / reclama su atención el niño de los callejones acatarrados / tosiendo charcos y amebas bobas / tensando hipotenusas / con su musgo y sus luciérnagas en la puerta de las zarzas / / navegaciones agitadas en los levísimos maremotos de la intimidad / cañaveral de espanto / playas deshabitadas de la infancia / rodillas bizcas del barrio / fantasma que se engancha el manto en la enramada / leopardos oblicuos del sol en la espesura / todos modelados a su imagen y semejanza / si los abraza se desmoronan como estatuas de arena / están soplados en vidrio / los empaña su aliento / / ¿se acepta voladizo como máquina de guerra? / ¿desaliento como animal de compañía? / / en el taller se ofician los esponsales del ojo y la voracidad / tres rodeos y un atajo /¿todavía no lo he dicho? / son mi regalo de bodas / ¿a-quién-sal-vas-tú?
Vigo, agosto, 2011